11/11/07

Novela del Curioso Impertinente

Había una vez dos buenos amigos: Lotario y Anselmo, que estaba casado con Camila. Para comprobar la fidelidad de Camila hacia Anselmo éste le pidió a su amigo Lotario que se insinuara a su esposa para ver si sería capaz de engañarle. En un principio Lotario se negó, pero finalmente acabó accediendo. Primero fingió que se insinuaba a Camila, pero Anselmo descubrió el engaño y se lo dijo. Lotario tras ser descubierto prometió cumplir con lo acordado. Para eso Anselmo les dejó solos ocho días. En los tres primeros Camila y Lotario no se dirigieron la palabra pare al cuarto Lotario confesó su amor, ya no fingido, a Camila. Ésta sucumbió y se enamoraron. Al regreso de Anselmo Lotario no le dijo la verdad, le cuento que su mujer le había sido totalmente fiel. Leonela, la criada de Camila se enteró de su romance y ella a su vez tenía otro. Un día Lotario vio al amante de Leonela salir de su casa y pensando que era de Camila le dijo a Anselmo la verdad de lo ocurrido en su ausencia. Luego se arrepintió y para arreglarlo se lo dijo a Camila. Los dos, junto con Leonela idearon un plan para que Anselmo recuperara la honra, aunque fuera engañándole.
Estaba el cura leyendo el cuento cuando apareció Sancho diciendo que yo estaba luchando contra los gigantes. Llegaron a mi habitación y allí estaba el yo, en camisón y dormido dando cuchilladas contra borrachos de vino. El ventero al ver todo aquello se abalanzó contra mí y empezó a pegarme. Gracias a Cardenio y al cura la pelea concluyó y después de un rato me despertaron. Una vez que me durmió acabaron de leer la historia: el plan surtió efecto y Anselmo volvió a recuperar el honor perdido hasta que un día, estando en peligro de ser descubierto el engaño en el que estaba Anselmo, Camila huyó de casa para ir a un convento. Le pidió a Lotario que la llevara y tas hacerlo éste también marchó de la ciudad. Anselmo al verse sólo y engañado murió de pena. Lotario murió en una batalla y al poco tiempo también falleció Camila a causa de la tristeza.
Vimos a 4 hombres a caballo 2 a pie y a una dama venir hacia la posada, uno de los caballeros era don Fernando y la dama Luscinda, una vez se supo la identidad de dichos personajes Dorotea se desmayó y Cardenio salio de mi aposento donde se escondía para saber como habían llegado ambos hasta allí, lo que sucedió que Luscinda tras la boda se metió en un convento y Don Fernando la había sacado de allí por la fuerza. Yo en mis aposentos había despertado y comencé a contarle a Sancho mis aventuras imaginarias con el gigante, Sancho me revelo la verdad de lo sucedido y también lo que estaba pasando en ese momento en la venta, baje a conversar con los que estaban allí. Llegó un hombre inesperadamente venido de tierras de moros con una chica que no hablaba castellano, él había estado apresado en Argel. Emprendí una plática acerca de la profesión de soldado y también la compare con la de letrado, hice un rápido repaso a las armas y a las letras. Una vez acabado el discurso el cautivo comenzó a contar la historia de su vida. El padre el cautivo había repartido su hacienda entre los tres hijos que tenía, los cuales se habían dedicado al comercio, a las letras y a las armas (a lo que se dedico el preso), tras hacer varios viajes es apresado por el rey de Argel. En la prisión de esta cuidad le dieron por la reja de la ventana dinero y una carta que decía que había una chica que quería fugarse y casarse con él, con este dinero consiguió escaparse y junto con sus amigos fue a buscar a dicha chica, allí consiguió el tesoro que contenía escudos de oro, después de vivir varias aventuras, como haber perdido la mayoría del dinero llegaron a España para comprobar junto a si amada su aun quedaba algún familiar vivo. Tras acabar el cautivo llamado capitán Viedma su relato apareció en la venta un oidor y una chica joven, descubrió que ese oidor era su hermano y que la moza era su hija, el oidor se dirigía a Sevilla y decidieron ir el capitán, su hermano y la chica todos juntos allí para asistir al bautizo y boda de la hija, después de esto decidieron ir a dormir todos excepto yo que me quede guardando la venta, estaba a punto de amanecer cuando se empezó a oír el canto de un chico. Dorotea se despertó con el canto. Ésta a su vez despertó a Clara, que reconoció al chico que cantaba. Se llamaba don Luís y era hijo de un caballero aragonés. Clara estaba enamorada de él, y él de ella. Al enterarse el chico de la partida de Clara prometió seguirla y cantarle poemas escritos por él. Clara tenía miedo de que su padre se enterara de los sentimientos de ambos. Yo seguía montando guardia así que Maritormes y la hija del ventero decidieron gastarme una broma: ellas le llamaron por el agujero del pajar y pensaba que era la hija del señor del castillo que quería declararme su amor. Ella me pidió que le diera la mano se la tendí. Entonces Marimontes le ató la mano al cerrojo de la puerta del pajar, al darme cuenta de que estaba atado comencé a gritar, delante mió estaba el ventero y cuatro jinetes, estos venían a buscar a don Luís porque su padre quería hablar con él. Poco después el padre de Clara, el oidor, habló con el chico y le preguntó que quien era, este le dijo que era un vecino suyo que les había seguido durante todo el viaje porque estaba enamorado de Clara y quería casarse con ella, el oidor acepto su casamiento si el padre de don Luís estaba conforme, en ese momento apareció el barbero al que me había robado el « yelmo de Mambrín ». Según vio a Sancho arremetió contra él. Prometí a Sancho que le nombraría caballero. Tras esto iniciamos una discusión acerca de si el yelmo era verdadero, la riña acabó en pelea, para resolver de una vez la disputa compró el cura al barbero la vasija, entraron en la venta tres cuadrilleros de la Santa Hermandad que iban en busca del hombre que liberó a los galeotes. Cuando confirmaron que había sido yo el que les había soltado y las quería apresar, pero no me deje detener y arremetí contra uno de los cuadrilleros. Don Fernando les separó y manifesté mi profunda indignación por ser culpado de salteador de caminos. El cura aclaró todo al contar a los cuadrilleros que yo estaba loco, tras esto le pregunté a la reina Micomicona (Dorotea) por las aventuras acordadas antes de llegar a la venta. Ella me dijo que podían partir cuando yo quisiera. Sancho me dijo que había visto a Dorotea y a don Fernando juntos, lo cual era cierto, y ella lo atribuyó a un encantamiento, acordaron llevarme engañado a mi casa, me iban a meter en una caja para llevarme, aparecieron en mi habitación, ante mi, vestidos con máscaras diciendo que debía que meterse en la jaula para poder desempeñar la misión de la reina. Con esto consiguieron que entrara en ella por voluntad propia. Una vez ya enjaulado partieron de la venta el cura, el barbero, Sancho, los cuadrilleros y el caballero. De camino hacia mi casa se encontraron con un canónigo de Toledo que se interesó por el estado en que me encontraba, yo contesté que estaba encantado, al darse cuenta el cura me explicó que estaba loco, el canónigo empezó a criticar a los libros de caballerías, aunque apuntó ciertos aspectos que eran interesantes. La plática del cura y el canónigo acerca de los libros de caballeros continuó, el canónigo confesó que incluso estuvo a punto de acabar un libro de este tipo, pero lo dejó, mientras la conversación entre ambos proseguía Sancho me reveló que en realidad él no estaba encantado, sino que todo era una farsa del cura y el barbero para enviarme de vuelta a casa, Sancho y yo proseguimos la discusión acerca de mi encantamiento, este afirma que si no estuviera encantado no hubiera entrado en la jaula, hicieron una pausa en la que el cura me dejó salir para que hiciera mis necesidades mientras yo estaba fuera el canónigo aprovechó para charlar conmigo y tratar de convencerme de que los libros de caballerías no eran ciertos, al final se dio cuenta de que no podía hacerme entrar en razón, el canónigo y yo seguimos hablando de los libros de caballerías y recité el discurso del caballero del Lago, tras la conversación con el canónigo inicie otra con Sancho acera de la recompensa de la ínsula y su gobierno. Por el camino encontramos a un pastor que iba tras una oveja, este comenzó a hablar con el cura de que no todos los cabreros y pastores eran ignorantes y necios entonces el cabrero quiso contar una historia, contó que había una chica llamada Leandra de la cual él había estado enamorado hacía ya un tiempo y quiso casarse con ella, pero además de él había otro pretendiente, así que el padre le dejó escoger a ella. Leandra decidió coger todas sus joyas y fugarse con un soldado llamado Vicente de la Rosa, este se las robó y la abandonó, el padre, como castigo la metió en un convento, le dije al cabrero que por mi iría a buscar a Leandra, el pastor al oír esto dijo que yo estaba loco y estaba muy ofendido por el insulto, comencé una pequeña pelea de la que, como era habitual, salí perdiendo. Poco después vi a unas personas que iban en procesión y que llevaban una imagen al verlos arremetí contra ellos rompiendo la espada, el hombre que llevó el golpe se abalanzó contra mi, que quedé tendido en el suelo. Después de este percance continuamos nuestro camino. Cuando llegamos a casa descansé bajo los cuidados de mi sobrina y del ama. Sancho se reencontró con su mujer.
Seguía en mi casa bajo los cuidados de mi ama y mi sobrina, las cuales pensaban que me estaba recuperando de la locura. Unos días más tarde el cura y el barbero fueron a visitarme, para comprobar si aun estaba demente, le dijeron que estaban sufriendo una invasión, como solución al problema, propuse que todos los caballeros fueran llamados para luchar al oír esto sus amigos se dieron cuenta de que aun estaba loco, después tuvieron una conversación en la que daba a entender que pensaba salir otra vez en busca de aventuras. El cura y el barbero se fueron pero llegó Sancho le pregunte que cuales eran los comentarios que de el se decían en el pueblo y Sancho me responde que al caballero se le trata de loco y de majadero, también se comentaba que yo había puesto el “don” sin poseer grandes riquezas Sancho me contó además que Bartolomé Carrasco, que acababa de hacerse bachiller en Salamanca, le dijo que había visto impresa la historia de “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” y al oír esto mandé a Sancho en busca del bachiller. Me sorprendí mucho de que alguien hubiera escrito mis hazañas, mientras tanto Sancho había ido a buscar al bachiller que se llamaba Sansón Carrasco al llegar a mi habitación el bachiller se arrodilló frente a mi. Los dos (el bachiller y don Quijote) comenzamos una conversación acerca del libro y ciertos errores que había cometido el autor. Sansón también comentó que mis hazañas eran leídas por muchísima gente al final Sancho se va a su casa y el bachiller se queda a comer. Más tarde continuamos la plática acerca del libro estábamos hablando cuando escuchamos a Rocinante relinchar, para nosotros esto era un símbolo de buena suerte tras esto, decidimos realizar otra salida de 3 o 4 días, le pedí al bachiller que compusiera unos versos para despedirse de Dulcinea acordaron irse en unos ocho días, a condición de que Sansón no se lo dijera al cura, al barbero, a la ama o a su sobrina, Sancho le dijo a su mujer que iban a volver a partir y que todavía seguía en pie la recompensa de una ínsula. Tras decirle lo de la isla iniciaron un diálogo en el que se discutía con quien debería casarse la hija cuando fueran monarcas y que cargo ocuparía ésta. Acabada la conversación Sancho volvió conmigo para ultimar los detalles de nuestra partida. Mi sobrina y mi ama empezaron a sospechar que había una nueva partida planeada para impedir que me fuera comenzaron a decirme que ser caballero andante no era buena idea; pero por más motivos y razones que le daban no consiguieron quitarme la idea de la cabeza. Al poco rato apareció Sancho, lo cual me agradó mucho que se encerró conmigo en mi habitación, en cuanto entró Sancho mi ama fue a buscar al bachiller para que impidiese mi nueva salida Sansón le dijo que volviera tranquila a casa que ya iría él más tarde mientras tanto Sancho me pedía un salario, pero se lo denegué. Al rato apareció mi ama, mi sobrina y el bachiller al contrario de lo que pensaban mi sobrina, mi ama y Sansón no frenó mi salida sino que me animó; incluso se ofreció como escudero. A los tres días Sancho y yo partimos hacia el Toboso Sancho llevaba una bolsa de dinero para sufragar los gastos del viaje. Decidimos pasar por el Toboso para despedirme de Dulcinea Sancho me informo de que la última vez la había visto recogiendo trigo y atribuí este comportamiento a encantamientos. De camino hacia el Toboso con Sancho mantuvimos una conversación acerca del libro y de mi fama estaba anocheciendo cuando llegamos a nuestro destino, decidí esperar a que fuera de noche para entrar, entramos a media noche en la ciudad en busca del palacio de Dulcinea, no lo encontramos porque evidentemente no existía como se iba a hacer ya de día acordamos que me iba a esconder en un bosque cercano y que Sancho volviera a la ciudad en busca de la dama para traerla hacia mi, Sancho en vez de ir a la ciudad en busca de Dulcinea se sentó en el bosque y reflexionó acerca de mi locura, pensó que como estaba loco y sólo veía aquello que quería ver, me llevaría a cualquier campesina y que creería que en verdad era Dulcinea como la aldeana me fugaría de ellos yo los atribuiría a un encantamiento, así lo hizo vio a tres campesinas y me dijo que una de ellas era Dulcinea, yo empecé a alabarlas y ellas salieron corriendo. Atribuí esta reacción a un encantamiento, tras esto partimos hacia Zaragoza. Íbamos conversando tranquilamente cuando vimos una carreta llena de personajes con vestimentas terroríficas en verdad estos temibles eran unos actores que habían representado “Las Cortes de la Muerte” y no habían tenido tiempo de quitarse los disfraces, de repente uno de ellos con ayuda de un palo me tiró de Rocinante e intentó robar el burro a Sancho yo pretendía arremeter contra los actores como venganza, pero Sancho me quitó la idea de la cabeza al percatarse de que los comediantes cogían piedras para tirárnosla. Continuamos nuestro camino hacia Zaragoza, íbamos caminando tranquilamente cuando vimos una carreta llena de personajes con vestimentas terroríficas eran actores que habían representado “Las Cortes de la Muerte” y no habían tenido tiempo de quitarse los disfraces, de repente uno de ellos con ayuda de un palo me tiró de Rocinante e intento robarle el burro a Sancho, yo como venganza intente arremeter contra los actores pero Sancho me quito la idea de la cabeza cuando no percatamos que los actores nos estaban tirando piedras nos fuimos y continuamos con nuestro camino. Tras el encuentro con los actores decidimos para la noche bajo unos árboles estuvimos hablando de lo mucho que había aprendido Sancho al lado mío luego de tanto platicar nos quedamos dormidos, al rato me desperté ya que oí a un hombre hablar y ese hombre también era caballero andante y se hacía llamar “el Caballero del Bosque” se quejaba porque su amada Casildea de Vandalia no le correspondía. Con Sancho nos fuimos a presentar y nos quedamos conversando yo con el Caballero y Sancho con el escudero, mientras yo hablaba con el caballero de nuestros amores, Sancho y el escudero hablaban de las respectivas recompensas que ambos iban a recibir, el escudero del Caballero del Bosque dijo que a él le había prometido un canonicato. También hablaron de sus familias, Sancho le comento que tenía 2 hijos y que a la hija la iba a nombrar condesa de la ínsula aunque finalmente terminaron hablando de sus amores, tras la conversación comieron y bebieron y se echaron a dormir, mientras tanto yo y el Caballero seguíamos hablando de nuestras amadas y nuestras hazañas; entre las cuales el Caballero del Bosque me dijo que se había rendido hacia mi cuando oí eso lo rete a un combate lo cual acepto y finalmente salí vencedor al caer el Caballero del Bosque, Sancho y yo nos dimos cuenta que no era otro sino Sansón Carrasco, el bachiller, y que el escudero era mi vecino Tomé Celial , le pedí al bachiller que fuera al Toboso a contárselo a Dulcinea tras el incidente con Sancho proseguimos nuestro camino. Lo que pasó fue que el bachiller había acordado con el cura y el barbero que me animarían a salir por tercera vez, el plan era que el bachiller ganaría el duelo y me mandaría volver a mi casa a su vez Sansón sentía enormes deseos de venganza a pesar de que su fingido escudero lo abandonaba. Continuábamos nuestro camino cuando encontramos a un hombre a caballo, lo invitamos a seguir el camino con nosotros, el hombre se llamaba don Diego de Miranda, era rico y se entretenía haciendo buenas obras nos contó que tenía un hijo que estaba estudiando leyes en Salamanca pero lo dejó por la poesía le dije que eso no tenía nada de malo y comenzó a elogiar la poesía, poco después vimos que se acercaba un carro con banderas reales, una vez que el carro hubo llegado a mi altura le pregunté a su conductor que cual era la mercancía que transportaba y me respondió que lo que trasladaban eran dos leones hambrientos al rey, como obsequio de un general le pedí al mozo que abriera la jaula para demostrar su valentía al no temer a los felinos, el conductor así lo hizo, pero los leones ni se inmutaron tras esto comencé a hablar de las diferencias entre caballeros y el ejercito de la andante caballería, a medio día llegamos a la casa de don Diego, allí nos quedamos unos días y conocí en persona al hijo de Don Diego, Lorenzo , charlamos acerca de caballería también hablamos de poesía e incluso Don Lorenzo leyó unos poemas, al cabo de unos días decidí marcharme a pesar que Sancho no quería. Seguíamos nuestro camino cuando encontramos a dos estudiantes que nos convidaron a asistir a la boda de Camacho con Quiteria la Hermosa, estas iban a ser una boda muy abundante y polémica; pues todos esperaban la reacción de Basilio, que estaba enamorado de la prometida, ella correspondía su amor, pero su padre no le permitía casarse con él porque no tenía mucho dinero. De camino ambos estudiantes empezaron a pelear por el esgrima llegaron al lugar donde se iban a celebrar la boda pero preferí quedarme a dormir a fuera, me desperté antes que Sancho y hable del sueño de mi escudero al rato e despertó Sancho, habíamos empezado ya los preparativos para la boda así que mi escudero se acercó a un cocinero y le pidió algo de comer este le dejó comer lo que quisiera, mientras Sancho satisfacía su hambre yo me entretenía con las danzas y bailes que animaban el lugar hasta que comenzaron la boda y con Sancho estuvimos conversando. La boda comenzó y llegaron los prometidos, Quiteria era muy bella, de repente apareció Basilio diciendo que si no se podía casar con Quiteria se suicidaría y acto seguido sacó del bastón una espada y se la clavó el cura fue a darle las bendiciones pero él lo que quería era casarse con Quiteria antes de morir dicho esto el cura les casó pero según lo hizo Basilio se levantó y dijo que todo era un truco y que no estaba herido todo el mundo al enterarse de la farsa quiso anular la boda, pero la novia se negó argumentando que la boda era válida, tras esto Quiteria, Basilio, sus amigos, Sancho y yo nos fuimos hacia la aldea, me quedé tres días en casa de Basilio, en el tiempo que estuvimos en su casa conversé bastante con él, cuando íbamos a partir de esta casa le pedí a alguien que me llevara a la cueva de Montesinos por el camino fuimos hablando con el primo de uno de los estudiantes, que era el que nos acompañaba. Pasamos la noche en una aldea donde compre una cuerda. Al día siguiente llegamos a la cueva, me descendieron todo lo que permitía la cuerda y al subirme me dormí, al despertar empecé a contar un montón de historias que me habían pasado. Empecé a contar las historias que me habían sucedido en la cueva tratábamos de magos y encantamientos Sancho no me creía estas historias e incluso le provocaban risa me indigne por la incredulidad de mi escudero y le dije que algún día podría probar todas aquellas hazañas. Al marcharnos de la cueva nos encontramos con un hombre que iba por tanto lanzas este me dijo que si quería me podía decir mi signo en una venta cercana, de camino a la posada comencé una plática acerca de los viejos caballeros y del modo que son tratados. Estaba ya anocheciendo cuando llegamos a la venta. Una vez que encontré al hombre de las lanzas, éste empezó a contarme porqué llevaba todas esas armas: las transportaba tan rápidamente porque los de su pueblo se querían enfrentar a los del pueblo vecino ya que éstos les hacían burla, tras la breve historia llegó un titiritero que representaba historias se llamaba maese Pedro y tenía un mono adivino este nos predijo ciertas cosas y tras los pronósticos se dispuso a representar una función en mi honor. Estaba ámese Pedro representando el rescate de una dama y su persecución por los moros cuando yo en un arrebato de locura saque la espada y arremetí contra los muñecos. Más tarde me di cuenta del error y lo atribuí a un encantamiento. Al día siguiente el titiritero se fue muy pronto para no verme; pero también marchamos ese día. El titiritero era en realidad uno de los de los galeotes liberados que se ganaba la vida yendo por pueblos y enterándose de cosas que allí habían sucedido, para fingir que el mono era adivino. Tras irme de la venta me encontré con los del pueblo del hombre de las lanzas los convencí de que dejaran las armas y no se enfrentaran al los del pueblo vecino cuando Sancho soltó un rebuzno y éstos pensaron que era una burla entonces nos empezaros a tirar piedras y tuvimos que huir, proseguimos nuestro camino hasta una alameda donde íbamos a pasar la noche. De camino hacia los árboles entablamos una conversación en la que Sancho me reprochaba que nunca le iba a pagar, yo indignado le dije que era un burro y que siempre lo sería y el pobre Sancho se echó a llorar y reconoció que era un asno. Una vez que llegamos a la alameda nos echamos a dormir. Al día siguiente reemprendieron nuestro camino hacia Zaragoza. Tras dos días de viaje llegamos al río Ebro, en una de sus orillas había amarrado una barca sin remos ni velas y me monté en ella porque tenía que rescatar a un caballero; a pesar de las advertencias de Sancho la corriente me condujo hasta un molino, los molineros, para evitar que me diera contra las ruedas, me tire de la barca y lo rescate pero nos pidieron dinero por los daños y Sancho se lo dio. Tras esta pequeña aventura continuamos nuestro viaje hacia Zaragoza. Al día siguiente nos encontramos con un duque y una duquesa como buen caballero, presenté mi respeto hacia ellos los duques, que eran aficionados a los libros de caballerías, me reconocieron porque habían leído mi libro, Sancho y yo acompañamos a ambos a su castillo porque queríamos pasar unos días con el caballero. Antes de que llegara a la casa de los duques los criados ya habían sido advertidos de que íbamos a ir y de cómo nos tenían que tratar, cuando llegue a la casa fui tratado con mucho respeto, pero en realidad se estaban riendo de mi, después de quitarme la armadura se dispusieron todos a cenar, estuvimos conversando hasta que el cura que allí estaba comenzó a tratarme de loco y a decirme que lo mejor que podía hacer era irme para mi casa y yo muy ofendido le conteste lo siguiente... en mi defensa solté un bonito discurso en pro de la caballería, el duque prometió a Sancho que ellos nos darían la ínsula que tanto anhelábamos, al oír esto el cura reprocho a los duques que no hicieran nada por impedir mi locura y la de Sancho, también dijo que no se iría de allí hasta que nosotros no nos marcháramos de allí. Los duques me gastaron una broma lavándome la cara y fingiendo que se quedaban sin agua, al rato la duquesa y yo nos retiramos y ella me preguntó si realmente existía Dulcinea y yo le respondí que por supuesto que sí. Mientras me acostaba Sancho se quedó hablando con la duquesa esta le estuvo contando mentiras y él se las creyó porque confiaba en la palabra de una duquesa, después de hablar con Sancho la duquesa acordó con su marido gastar a mi y al escudero una broma que jamás olvidaremos, los duques me llevaron de montería y cuando era de noche acampamos alrededor de un fuego, al rato vimos una procesión de carros que se acercaban a nosotros, inventaron que en uno de los carros iba el diablo enviado por Montesinos para que yo revelara como desencantar a Dulcinea . Cuando los carros llegaron a la altura del campamento pudimos distinguir a tres sabios que iban entronados, cada uno en un carro uno era Lirgandeo, otro Alfique y el otro era el encantador Arcalaus, en el último de los carros iba Merlín el mago este nos dijo que la única forma de desencantar a Dulcinea era que Sancho se diera tres mil trescientos azotes en el trasero, Sancho se negó a hacerlo, pero el duque le dijo que si no se los daba no le regalaría la ínsula prometida Sancho al oír esto accedió, pero con la condición de que él decidiría cuando se los tenía que dar, que no llegaría a sangrar y que no tenía que haber nadie que los contara, al día siguiente estuvimos hablando con la duquesa de que le había escrito una carta a mi mujer en la que le informaba de que pronto iría a gobernar la ínsula, un poco después fuimos a desayunar al jardín y mientras comíamos entró un hombre diciendo que era Trifaldín, escudero de la condesa Trifaldi ( en realidad era un criado del duque), este personaje informó de que la condesa estaba fuera y quería hablar conmigo accedieron a que pasara al jardín, mientras esperábamos a la condesa conversaron Sancho, la duquesa, y su dueña doña Rodríguez hablaron de la función de señoras como la condesa; de si sirven de algo o sólo cuestan dinero a la sociedad. Una vez que hubo entrado la condesa Sancho y yo nos estuvimos presentado ante ella la mujer, con voz ronca, comenzó a contar su historia, ella había ayudado a la princesa Antonomasia, hija del rey Archipiela y de la reina Maguncia de Candaya, a conseguir el amos del caballero don Clavijo, con el que se casó, al enterarse la madre de ella que se había casado con alguien de menor rango social se disgustó tanto que murió, tras la muerte de Maguncia un gigante familiar suyo convirtió a la chica y al caballero en estatuas de metal también hizo crecer barba a todas las doncellas del castillo, como venganza hacia Trifaldi por haberse entrometido. Tras contar la historia la condesa se descubrió el rostro y mostró unas pobladas barbas. Después de contar la historia Trifaldi pidió que fuera a luchar contra el gigante, porque esa era la única forma de remediar los males que había hecho y yo como buen caballero acepte, la condesa nos dijo que el gigante Malambruno nos enviaría un caballo de madera llamado Clavileño para que nos llevara volando hasta él, a 3220 leguas de distancia. Por la noche llegó el caballo de madera dijeron a Sancho y a mi que nos tenían que tapar los ojos también nos dijeron que para hacer que se moviera había que dar a una clavija que tenía en el cuello y cuando llegasen no nos podíamos bajar hasta que no relinchase. Una vez con mi escudero, se montaron los sirvientes de los duques e imitaron al viento para que les pareciera que se movían después de un rato los dos fuimos tirados al suelo y nos dimos cuenta de que había una carta en el suelo en ella estaba escrito un mensaje que decía que el gigante se daba por vencido Sancho le dijo a la duquesa que en el viaje se había quitado el pañuelo y que había visto de cera el sol, y a las personas muy pequeñas. Ni Sancho ni yo nos percatábamos de las bromas así que estas continuaron. El duque le dijo a mi escudero que se preparara que le iba a llevar a la ínsula prometida al oír yo esto aconseje a Sancho como debía gobernar: le dije que no se avergonzara de su linaje, que tratara igual a ricos y a pobres...seguí aconsejando a Sancho de cómo debe comer, vestir, comportarse, etc. Finalmente le dije que gobierne bien porque si no yo quedaría mal, al ser el responsable de el mal mandato. Sancho partió junto con uno de los mayordomos del duque este era precisamente el que había hecho de Trifaldi días antes Sancho se percató de ello y me lo dijo, por la noche, cuando me iba a acostar abrí la ventana y vi a una doncella que cantaba un romance en el que me declaraba su amor, yo como buen amante que era la rechacé porque quiero por encima de todo a mi Dulcinea. Cuando Sancho llegó a la isla, Barataria, fue recibido con cariño le concedieron las llaves de la ciudad y le admitieron como gobernador fue llevado a unos juicios, en el primero discutían un sastre y su cliente acerca de si el último tenía que pagarle o no Sancho decidió que ninguno recibiría nada por desconfiados, en el segundo se disputaban unos ducados que el propietario había prestado a otro, en el tercero un hombre y una mujer discutían porque el hombre había forzado a la mujer y no la quería indemnizar y al final Sancho dio la razón al hombre.
Un día me encontré con la doncella del romance, que fingió desmayarse para atraer mi atención yo no le hice caso pues amaba mucho a Dulcinea, la siguiente broma que me hicieron fue que metieron en mi habitación muchos gatos con campanillas, al oír tal escándalo, pensé que habían encantadores en mi habitación. Cuando llegue a ella comencé a dar espadazas al aire, pues estaba a oscuras uno de los gatos se me subió en la cara y me arañó y mordió.
En la ínsula de Sancho era la hora de comer, pero no pudo probar bocado porque llegó una carta del duque que decía que había una conspiración contra él y no era conveniente que comiera nada llegó un labrador a la mesa de Sancho y le pidió 300 ducados y una carta Sancho se enfadó mucho al oír esto, tanto que el médico que estaba a su lado le prometió darle de comer, estaba durmiendo cuando llegó la dueña Rodríguez y me dijo que me necesitaba me contó que tenía una hija a la que el hijo de un siervo del duque había pedido matrimonio, ya le había pedido ayuda al duque, pero éste no se la daba. Comenzó la dueña a meterse con la duquesa y la doncella enamorada de mí y en ese momento se apagó las luces y empezaron a recibir pellizcos y azotes los agresores salieron de la habitación, seguidos de la dueña. Sancho, en su ínsula, quiso hacer una ronda de noche para comprobar que clase de gente había encontraron a un chico que dijo que nadie le haría dormir una noche en la cárcel, no por dudar de la autoridad de Sancho, sino porque si él no quería no dormiría en toda la noche, se encontraron luego con una muchacha vestida de chico iba así vestida porque su padre no la dejaba salir de casa Sancho decidió llevarla a casa tras esa noche Sancho aun demostraba que tenía juicio y sensatez. Los que me habían agredido y a la dueña, eran la duquesa y Altisidora (la doncella enamorada de mi). Los duques continuaron con las bromas, pues le mandaron a Teresa Panza una carta narrándole las hazañas de su marido junto con la carta le enviaron regalos esta, cuando acabó de leer la carta, fue a contarlo a todo el mundo y el cura y Sansón se quedaron asombrados Teresa Panza decidió mandarle mediante el paje una carta para Sancho y otra para la Duquesa agradeciéndole todo lo que estaba haciendo por Sancho. Sancho volvió a ejercer como juez se le presentó un caso en el que había un puente con una horca a aquél que decía la verdad le dejaban pasar, mientras al que mentía le ahorcaban, una vez llegó un hombre y dijo que iba a morir en la horca los ejecutores no sabían que hacer, así que pidieron consejo a Sancho y el dijo que dejara marchar al hombre, unos días más tarde Sancho recibió mi carta con más consejos de cómo gobernar y Sancho me contestó contándome su problema con la comida. Yo estaba dispuesto a ir por el chico que se había burlado de la hija de la dueña y matarlo si no cumplía su palabra. El duque dijo que traería al chico al castillo a los días llegaron las cartas de Teresa para los duques y para Sancho en la de los duques ponía que tenía ganas de visitar la ínsula y la de Sancho la abrí yo, era de noche en la isla de Sancho cuando le despertaron porque se había producido una invasión le armaros con dos escudos y le dieron una lanza cuando llegó al fingido campo de batalla se cayó sin poder levantarse, entonces en ese momento apagaron todas las antorchas y empezaron a pasar por encima de él tras la batalla levantaron a Sancho y le felicitaron por haber luchado muy bien Sancho sin poder evitarlo se desmayó. Al día siguiente preparó al burro y se marcho de la ínsula tan pobre como fue. Como los duques no podían llevar al prometido de la hija de la dueña porque se había ido, mandaron a un sirviente que se hiciera pasar por él mientras tanto Sancho iba de camino hacia el castillo cuando se encontró con dos hombres, uno de ellos era un antiguo amigo suyo que había sido desterrado por ser morisco este le contó que estaba otra vez en España para recuperar un tesoro que había dejado escondido el morisco invitó a Sancho a que fuera con él, pero éste se negó así que ambos prosiguieron su camino. De camino al castillo Sancho se cayó a un agujero, donde estuvo metido toda la noche al día siguiente se dio cuenta de que había una especie de túnel en el hoyo y se metió por él al fondo se veía luz, pero la salida también estaba muy alta tras dar muchas voces aparecí junto con más personas sacamos a Sancho y a su burro, después de contar todo lo sucedido a los duques éstos le prometieron una isla menos conflictiva. A los pocos días tuvo lugar el combate entre el falso labrador y yo, el labrador al ver a la chica se dio por vencido para casarse con ella. Como el duque vio que su plan no funcionó decidió meter en un calabozo al falso labrador.
Tras haber estado 3 días más en la casa de los duques decidimos con Sancho marcharnos, antes de marchar a Zaragoza nos despedimos de todos e incluso de la muchacha que estaba enamorada de mi. Íbamos en camino cuando encontramos a unos labradores al lado de unas imágenes de santos tapadas, estuve contando historias acerca de los santos, luego proseguimos nuestro camino estuvimos hablando del amor y también de la chica que había enamorado en el castillo, tras la plática nos encontramos con un ganado la cual a pesar de las advertencias de los vaqueros les arrolle y tire de sus monturas. Hicimos una parada para comer y hablar acerca de Dulcinea y de los azotes de Sancho. Al rato llegamos a una venta donde nos encontramos con unos caballeros que decían que se había publicado una segunda parte de mi libro yo pude comprobarlo con mis ojos e incluso leí un poco del libro, tras la rápida lectura dije que el libro era totalmente falso. Esa noche nos quedamos en la venta y al día siguiente decidimos continuar nuestro camino pero no a Zaragoza. Un día que habíamos parado para descansar agarre a Sancho para darle unos azotes y remediar el encantamiento de Dulcinea Sancho huyendo de mí encontró a unos bandoleros ahorcados en unos árboles, esto probó que estaban cerca de Barcelona, pues, así eran los castigos allí. Por la mañana fuimos rodeados por unos bandidos, cuyo jefe se llamaba Roque Guinart, encontramos a una chica que quería huir de España su historia era que ella se iba a casar con un chico pero se enteró de que él ya se había casado con otra así que lo mató por celos, más tarde se enteró que en realidad no se había casado con otra. Después de la historia de la chica el bandolero nos dejó ir y continuamos nuestro camino a Barcelona, tras unos días nos encontramos con el mar que describimos como lo más bello que habíamos visto. Más tarde nos acercamos a unos caballeros que eran amigos de Roque, se llamaba uno de ellos Antonio Moreno que me invitó a pasar unos días en su casa, ya en casa de Don Antonio vimos un busto que según Antonio respondía a todo lo que se le preguntara, pero ese día no podía hablar, más tarde salimos a dar una vuelta y me pegaron en la espalda un cartel que decía: “soy don Quijote de la Mancha”, al ver que todo el mundo me conocía me sentí importante. Por la noche asistimos a un baile y a la mañana seguimos, fuimos a hacer preguntas al busto que milagrosamente hablaba, lo que en realidad pasaba era que había un tubo que conectaba al busto con el sobrino de Antonio. A los días visité una imprenta donde vi el libro de Avellaneda. Al día siguiente estuvimos visitando las galeras donde los galeotes eran castigados, asistimos también a la captura de un barco pensaban colar al capitán pero al ver que era una mujer dejaron que se explicara. Tras escuchar su historia fue perdonada. Un día iba caminando por la playa y me encontré con el Caballero de la Blanca Luna este me reto a un duelo y yo acepte, si perdía debería confesar que la dama del Caballero de la Blanca Luna era más bella y se debería retirar de las armas por un año, perdí y el vencedor se marchó. Don Antonio me persiguió hasta un mesón, en realidad era el bachiller Sansón que quería que yo volviera a casa para que se curara, a los pocos días junto con Sancho partimos hacia el pueblo para cumplir la promesa. Por el camino encontramos a unos vecinos que iban a hacer una carrera pero esta estaba muy desigualada porque uno era mucho más gordo que el otro. Seguíamos de camino cuando nos encontramos con Tosilos que nos contó todo lo que había pasado en el castillo de los duques desde que nos fuimos. Sancho y yo comenzamos a hablar de Dulcinea y de que Sancho se azotaría cuando quisiera, al ver a unos pastores en un prado, se me ocurrió que nos podíamos hacer cabreros todo ese año, estuvimos un buen rato fantaseando con esa idea, una noche fuimos despertados por un gran estruendo y al rato una piara de cerdos que nos pasó por encima, Sancho para vengarse quería matar a alguno pero yo no se lo permití, al día siguiente unos caballeros nos obligaron a ir al castillo de los duques. Una vez en el castillo vimos a la dama que estaba enamorada de mí que al parece estaba encantada, para rescatarla Sancho tenía que recibir pellizcos y golpes el pobre Sancho accedió y llegaron unas mujeres que comenzaron a agredirlo, aprovechando la situación le pedí que se azote un poco, pero éste se niega. Los duques decidieron gastarme la última broma: la doncella enamorada de mí entró en mi habitación y me dijo que todo había sido fingido y que ella no me quería. Los duques se unieron a la disputa y la doncella siguió insultándome, estaba muy ofendido y me fui esa misma tarde. Paramos en un bosque y propuse pagarle a Sancho por cada azote que se diera, Sancho se comenzó a dar, pero no a mi vista, al rato Sancho me pidió más dinero y accedí, y al rato le pedí que parara. Encontramos en un mesón a Don Álvaro de Tarfe y le pedimos que escribiese una declaración en la que dijera que el quijote de Avellaneda era falso, al día siguiente llegamos a nuestro pueblo. Estábamos ya llegando al pueblo cuando nos encontramos con Sansón y con el cura, una vez que llegamos me fui a casa con mi sobrina y mi ama, Sancho se fue a la suya con un buen dinero. Les dije a mis amigos que me haré pastor todo el año y que ellos también lo iban hacer, mis amigos para evitar una nueva salida asintieron. El médico me vio y no me dio mucho tiempo de vida. Antes de morir llame a mis amigos y les dije que ya había recuperado la cordura y que era otra vez Alonso Quijano, hice el testamento y deje constancia de mi cordura.
Justo antes de morir aconseje a mi sobrina que nunca se casara con un hombre aficionado a las novelas de caballerías porque éstas la llevarán a la locura.
Estas fueron mis últimas palabras antes de morir

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